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Opiniones o juicios ¿Qué hacemos cuando tomamos decisiones?

Opinión o juicio, actos lingüísticos

Opiniones o juicios ¿Qué hacemos cuando tomamos decisiones?

En el día a día, nuestras conversaciones internas (normalmente llamados pensamientos) están llenas de diversos “actos lingüísticos” que determinan en gran forma nuestras vivencias. Se llaman actos lingüísticos, porque en nuestra mente crean realidades a través del lenguaje.

Rafael Echeverría en su libro “Ontología del lenguaje” (2008), habla del primer principio de la Ontología del Lenguaje. Ontología, es una palabra que tiene sus raíces en dos palabras de origen Griego: Ontos= Ser y Logos= estudio o tratado; por lo tanto es el estudio del SER. El principio, menciona lo siguiente:

“No sabemos como son las cosas. Sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”

Entonces, siguiendo este principio; nosotros creamos una interpretación de acuerdo a cómo vamos asimilando las cosas que suceden afuera de nosotros. Esto me lleva a pensar que, hasta que vivimos alguna situación, es que nos formamos una opinión sobre ella.

Una opinión, es una valoración subjetiva con respecto a alguna cosa que se nos presenta. Cuando hablamos de que es subjetiva, nos damos cuenta que es sólo nuestra apreciación personal; aunque podemos estar o no equivocados.

En cambio, un juicio, es una opinión razonada. Cuando decimos “razonada”, es porque utilizamos la mente en encontrar fundamentos a nuestro pensar, para poder darle un valor a la misma cosa.

La principal y aparente diferencia entre una opinión y un juicio estriba en que; en la opinión somos conscientes que nuestra reflexión es muy personal y puede ser debatible. Es decir, somos conscientes que podemos estar o no equivocados. En cambio en el juicio, echamos mano de todos nuestros recursos aprendidos para justificar que la “valoración” que hacemos, cumpla con varios criterios de efectividad para tomar una determinación.

Cuando me refiero con aparente diferencia entre los dos actos lingüísticos, es porque la mayor parte del tiempo, en vez de emitir opiniones sobre algo o alguien; emitimos juicios que pretenden calificar o descalificar algo que vemos, sin dar lugar a que pudiera existir equivocación en nuestro pensar, pasando por alto el proceso de ocupar todos nuestro recursos aprendidos para emitir una respuesta a lo vivido.

Con cualquiera de los dos actos, (opinión o juicio) nos formamos una idea de la vivencia que estamos valorando y tomamos una actitud (predisposición del organismo para actuar ante una circunstancia determinada). Por lo tanto, si fuésemos conscientes que nuestra valoración proviene de una opinión, podríamos ser más humildes que cuando hacemos un juicio.

Ejemplo de opinión y juicio

Una persona que va a encontrarse con alguien por primera vez, se entera que esa persona es de “x” ciudad. Entonces, como él ya vivió en esa ciudad, donde su experiencia no fue tan grata; empieza a recurrir a su particular vivencia. Llegando a asumir que la persona a encontrarse, tendrá las mismas características con las personas que convivió. Remarco: personas con las que convivió; que fueron sólo una pequeña muestra, de la totalidad de los habitantes de esa ciudad. Por lo que su valoración es incompleta; sin embargo, enjuicia y determina que la persona con la que se encontrará es “igual a las personas que conoció”. Entonces al momento de verla, su actitud ya está antecedida por un prejuicio.

Por eso, es mejor saber que nuestra valoración viene de una opinión limitada a nuestra experiencia; y no que nuestra experiencia es única y válida, para hacer un juicio.

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