Optimo México | ¿Testamento o Donación?
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¿Testamento o Donación?

¿Testamento o Donación?

¿Testamento o Donación?

¿Hasta dónde pueden llegar las costumbres que se tienen que crear palabras sustitutas? Resulta que todo pareciera indicar que estamos hablando de dos palabras distintas y que ciertamente, hoy en su uso, lo son. Pero no siempre fue así. Veamos, testamento viene del latín “Testamentum” que tiene dos raíces, por un lado el sufijo “-mento” que significa “acción” y por otro el verbo “testari” que significa “dar fe, declarar, o expresar ante un tercero”. Ésta palabra, “testamentum”, se empleaba para expresar declaratorias de cualquier índole en la época romana. De ahí su uso jurídico. Pero tenemos por ejemplo “Antiguo Testamento” y “Nuevo Testamento” donde no precisamente se habla de una herencia en particular o material.

Al parecer, cuando se realizaba la “diatheke” de los griegos, es decir un estilo de diálogo entre “Teos”- Dios y los “hombres” se requería de un “testis”, es decir, de un testigo. Todo indica que fue traducido como una especie de pacto, o acuerdo jurídico, entre Dios y el hombre; de ahí su relevancia. Igualmente, era común, y al parecer hoy también, que estando cerca de sus últimas horas de vida una persona tiende a ser “más cercana a lo divino”, por lo que dichos Testis y Testamentums se realizaban en los lechos de muerte. Con ello pasó a entenderse como “la última voluntad del fallecido”.

Práctica que se sabe tomaron los Judíos y que emigró a los Cristianos. Una vez instaurado el cristianismo en el imperio, el testamentum pasó a ser la última voluntad de emperadores y nobles, luego el pueblo la adoptó de igual forma, al punto en que hoy no se puede hablar jurídicamente de un testamento si no hay fallecido. Tan fuerte vino a ser el arraigo del uso de la palabra, relacionándola como el último momento de un ser humano, que hablar de testamento es hablar de muerte, es hablar de un momento en el que no todos quieren llegar y, es más, no se ven ahí. Se evita hablar del testamento. Tanto que no hay la costumbre o cultura de hacerlo.

Bien dicen que los tres enemigos del ser humano son la Ignorancia, la Hipocresía y la Ambición, y es precisamente por la primera que no hacemos el testamento y por la tercera que las propiedades y los bienes quedan en juicio pues ahora todos los quieren pero no hay Testis que los pueda avalar, pues ya falleció y no dijo nada al respecto. Por otro lado, ¿qué sucede cuando antes de morir quiero asegurarme que ciertas personas obtengan exactamente determinados bienes míos? Desde el punto de vista la definición de la palabra testamento podría dar declaración de dicho deseo, es decir, algo parecido a “quiero darle a ésta persona esto, eso y aquello”.

“Donar” viene de “donare” y éste viene de “donum” que significa “dar”; es decir, hay un testimonio de darle algo a alguien. Hoy en día, se entiende que se “dona en vida y se hereda en muerte”. Para heredar se requiere testamento, para donar solo una declaración oficial. Aunque el origen de las palabras sea similar, fue la costumbre las que las orilló a ser totalmente diferentes. Hay muchas recomendaciones para crear o enlistar un testamento, pero lo más importante es hacerlo. Incluso hay películas muy divertidas, que lejos de las risas, nos hacen reflexionar sobre su importancia; la clásica historia donde el abuelo le hereda todo a su gato, o un padre que con tal de ver a sus hijos (desde el cielo) juntos, no deja testamento para que se la pasen peleando, en fin, una serie de ideas que nos pueden venir a la mente, pero que al final queda la reflexión: si los quieres, no dejes problemas, deja bienes. Es cuánto.

Por Luis Lúcia
LUXIA – Capacitación y Consultoría
www.luxiaconsultoria.com
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